Andalucía
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Andalucía es una comunidad autónoma española reconocida como nacionalidad histórica por su Estatuto de Autonomía.[6] Compuesta por ocho provincias: Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla. Su capital y ciudad más poblada es Sevilla, sede del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, del Parlamento y de la presidencia de la Junta de Andalucía. La sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se encuentra en Granada.
Andalucía | ||||
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Comunidad autónoma | ||||
Lema: «Andalucía por sí, para España y la Humanidad» | ||||
Himno: Himno de Andalucía | ||||
Coordenadas | 37°24′18″N 5°59′15″O | |||
Capital | Sevilla[1] | |||
Idioma oficial | Español | |||
Entidad | Comunidad autónoma | |||
• País | España España | |||
Parlamento Presidente |
Parlamento de Andalucía Juanma Moreno (PP) | |||
Subdivisiones |
8 provincias 785 municipios | |||
Superficie | Puesto 2.º | |||
• Total | 87 599 km² (17,31 %) | |||
Altitud | ||||
• Media | 3478 m s. n. m. | |||
Población (2023)[2] | Puesto 1.º | |||
• Total | 8 538 376 hab. | |||
• Densidad | 97,47 hab./km² | |||
Gentilicio | andaluz, -a[3] | |||
PIB (nominal) | Puesto 3.º | |||
• Total | 190 271 mil millones € (2022)[4] | |||
• PIB per cápita | 22 284 € (2022)[5] | |||
IDH (2021) | 0,874 (14.º) – Muy alto | |||
Huso horario | UTC+01:00 | |||
• en verano | UTC+02:00 | |||
Código postal | AN | |||
ISO 3166-2 | ES-AN | |||
Consideración | Nacionalidad histórica[6] | |||
Fiesta oficial | Día de Andalucía | |||
Estatuto de autonomía |
30 de diciembre de 1981 19 de marzo de 2007 | |||
Sitio web oficial | ||||
Es la comunidad autónoma más poblada del país (8 538 376 habitantes en 2023)[2] y la segunda más extensa (87 599 km²) —tras Castilla y León—. Se encuentra ubicada en la parte meridional de la península ibérica; limitando al oeste con Portugal, al norte con las comunidades autónomas de Extremadura (Badajoz) y Castilla-La Mancha (Ciudad Real y Albacete), al este con la Región de Murcia, al suroeste con el océano Atlántico y al sur con el mar Mediterráneo y Gibraltar. A través del estrecho de Gibraltar, separado por 14 km en su parte más estrecha, se encuentran Marruecos y Ceuta en el continente africano. En 1981 se constituyó en comunidad autónoma, al amparo de lo dispuesto en el artículo segundo de la Constitución Española de 1978, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones españolas. El proceso de autonomía política se cursó a través del procedimiento restrictivo expresado en el artículo 151 de la Constitución, tras las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 y el referéndum del 28 de febrero de 1980, donde el pueblo andaluz expresó su voluntad de situarse en la vanguardia de las aspiraciones de autogobierno de máximo nivel en el conjunto de los pueblos de España. Andalucía fue pues la única Comunidad que tuvo una fuente de legitimidad específica en su vía de acceso a la autonomía expresada en las urnas mediante referéndum. En el preámbulo del Estatuto de Autonomía de Andalucía de 2007 se dice textualmente que:
El Manifiesto andalucista de Córdoba describió a Andalucía como realidad nacional en 1919, cuyo espíritu los andaluces encauzaron plenamente a través del proceso de autogobierno recogido en nuestra Carta Magna. En 1978 los andaluces dieron un amplio respaldo al consenso constitucional. Hoy, la Constitución, en su artículo 2, reconoce a Andalucía como una nacionalidad en el marco de la unidad indisoluble de la nación española.[7]
En el articulado del estatuto autonómico se le otorga a Andalucía la condición de «nacionalidad histórica», reflejando la identidad política propia del pueblo andaluz resultado de su singularidad histórica y cultural. En el anterior estatuto, el Estatuto de Autonomía de 1981 o Estatuto de Carmona, era definida como «nacionalidad».
El marco geográfico es uno de los elementos que da singularidad y personalidad propia a Andalucía. Desde el punto de vista geográfico, se pueden distinguir tres grandes áreas ambientales, conformadas por la interacción de los distintos factores físicos que inciden sobre el medio natural: Sierra Morena —que separa Andalucía de la Meseta—, los sistemas Béticos y la depresión Bética que individualizan la Alta Andalucía de la Baja Andalucía.
La historia de Andalucía es el resultado de un complejo proceso en el que se fusionan a lo largo del tiempo diferentes culturas y pueblos, como el íbero, el fenicio, el cartaginés, el romano, el bizantino, el andalusí, el sefardí, el gitano y el castellano, que han dado pie a la formación de la identidad y cultura andaluza.
En la actualidad, la economía de Andalucía está marcada por la desventaja de la región con respecto a los marcos globales español y europeo a causa de la tardía llegada de la revolución industrial, dificultada además por la situación periférica que adoptó Andalucía en los circuitos económicos internacionales. Esto resultó en un menor impacto del sector industrial en la economía, un gran peso relativo de la agricultura y una hipertrofia del sector servicios.
El topónimo «Andalucía» se introdujo en la lengua castellana durante el siglo XIII bajo la forma «el Andalucía». Se trata de la castellanización de al-Andalusiya,[8] gentilicio y adjetivo árabe referido a al-Ándalus, nombre que recibían los territorios de la península ibérica bajo gobierno islámico desde el 711 al 1492. Varias etimologías han sido propuestas para este topónimo. La denominada tesis vándala hace derivar al-Ándalus de Vandalia o Vandalusia (tierra de los vándalos) y aunque fue muy difundida a partir del siglo XVI no goza en la actualidad de crédito científico alguno.[9] La llamada tesis visigótica encuentra el origen etimológico en el nombre visigodo de la antigua provincia romana Bética: *Landahlauts. Los visigodos, al ocupar estas tierras, se las repartieron mediante sorteos; los premios que le tocaban a cada uno de ellos y las correspondientes tierras se llamaban sortes Gothica, apareciendo en las fuentes escritas, todas en latín, como Gothica sors (singular) como designación del reino godo en su conjunto. La correspondiente designación goda, *Landahlauts («tierra de sorteo»), se transformaría según esta tesis en al-Ándalus.[10] Una tercera tesis, la tesis atlántica explica la aparición del topónimo al-Ándalus como una corrupción del latín Atlanticum.[11] Varias fuentes como la Enciclopedia Inglesa y estudiosos como Dietrich Schwanitz y Heinz Halm, reafirman teorías de un topónimo formado incluso antes de la ocupación árabe.[12]
En cuanto a su uso, el vocablo «Andalucía» no siempre se ha referido exactamente al territorio hoy conocido como tal. Durante las últimas fases de la Reconquista cristiana, se otorgó este nombre exclusivamente al sur peninsular bajo dominio musulmán, quedando posteriormente como denominación del último territorio en ser reconquistado.[9] En la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio, escrita en la segunda mitad del siglo XIII, el término Andalucía se emplea en tres significados diferentes:
- Como simple traducción de al-Ándalus. El nombre de al-Ándalus aparece ya en tradiciones y en poesía árabe de la primera época del islam anterior a la conquista. Aparece en estas fuentes orientales y en las primeras que narran la conquista de Hispania como el nombre de una isla, Chazirat al-Ándalus, o de un mar, Bahr al-Ándalus.
- Para designar los territorios conquistados por los cristianos en el valle del Guadalquivir y en los reinos de Granada y Murcia. De hecho Alfonso X se tituló Rey de Castilla, León y de toda Andalucía en un documento de 1253.
- Para nombrar las tierras conquistadas por los cristianos en el valle del Guadalquivir (Reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla). Este tercer significado sería el más común durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna. Desde el punto de vista administrativo, el reino de Granada mantuvo su nombre y singularidad dentro del contexto andaluz[13] debido, sobre todo, a su carácter emblemático como culminación de la Reconquista y por ser la sede de la importante Real Chancillería de Granada. Sin embargo, el hecho de que la conquista y repoblación de dicho reino fuese realizada mayoritariamente por andaluces, hizo que durante la Edad Moderna la noción de Andalucía se extendiera, de hecho, al conjunto de los cuatro reinos,[14] frecuentemente denominados los «cuatro reinos de Andalucía», al menos desde mediados del siglo XVIII.[15][16]
En ocasiones y de forma no oficial se ha denominado a este territorio «Castilla Novísima» siguiendo el orden cronológico de la Reconquista, tras Castilla la Vieja y Castilla la Nueva.[17][18]
Escudo
El escudo de Andalucía muestra la figura de un Hércules joven entre las dos columnas de Hércules que la tradición sitúa en el estrecho de Gibraltar, con una inscripción a los pies de una leyenda que dice: «Andalucía por sí, para España y la Humanidad», sobre el fondo de una bandera andaluza. Cierra las dos columnas un arco de medio punto con las palabras latinas Dominator Hercules Fundator, también sobre el fondo de la bandera andaluza.[19]
Bandera
La bandera oficial de Andalucía está compuesta por tres bandas horizontales verde, blanca y verde, de igual tamaño; sobre la banda central blanca se sitúa su escudo. Fue creada por Blas Infante y aprobada en la Asamblea de Ronda de 1918. Infante eligió el verde como símbolo de la esperanza y la unión y el blanco como símbolo de paz y diálogo. La elección de estos colores se debe a que Blas Infante consideraba que habían sido los más usados a lo largo de la historia del territorio andaluz. Según él, el estandarte de la dinastía andalusí de los Omeyas era verde y representaba la convocatoria del pueblo. El blanco, en cambio, simbolizaba el perdón entre los almohades, que en la heráldica europea es interpretado como parlamento o paz. Otras noticias históricas justifican la elección de los colores de la bandera. Los nacionalistas andaluces la denominan la Arbonaida, que significa «blanquiverde» en lengua mozárabe.
Himno
El himno de Andalucía es una composición musical de José del Castillo Díaz, director de la Banda Municipal de Sevilla y conocido comúnmente como Maestro Castillo con letra de Blas Infante. La música está inspirada en el Santo Dios, un canto religioso popular que los campesinos y jornaleros de algunas comarcas andaluzas cantaban durante la siega en las provincias de Málaga, Sevilla y Huelva.[cita requerida] Blas Infante puso este canto en conocimiento del Maestro Castillo, quien adaptó y armonizó la melodía. La letra del himno apela a los andaluces para que se movilicen y pidan «tierra y libertad», mediante un proceso de reforma agraria y un estatuto de autonomía política para Andalucía, en el marco de España.
El Parlamento andaluz aprobó de forma unánime en 1983 que, en el preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía, se reconociera a Blas Infante como «Padre de la Patria Andaluza», reconocimiento que se revalidó en la reforma de dicho estatuto, sometida a referéndum popular el 18 de febrero de 2007.
Día oficial
El Día de Andalucía se celebra el 28 de febrero y conmemora el referéndum del año 1980, que dio autonomía plena a la comunidad andaluza tras una larga lucha a través del procedimiento estipulado en el artículo 151 de la Constitución para aquellas comunidades que, como la andaluza, no habían aprobado un estatuto de autonomía durante la Segunda República por el estallido de la Guerra civil.
El título honorífico de Hijo Predilecto de Andalucía es concedido por la Junta de Andalucía a quienes se les reconocen méritos excepcionales que hayan redundado en beneficio de Andalucía, por su trabajo o actuaciones científicas, sociales o políticas. Es la más alta distinción de la comunidad autónoma.
Uno de los elementos que da singularidad y personalidad propia a Andalucía es su marco geográfico. El historiador sevillano Domínguez Ortiz resume esta condición afirmando que:[13]
[...] hay que buscar la esencia de Andalucía en su realidad geográfica, de una parte y, de otra, en la conciencia de sus habitantes. Desde el punto de vista geográfico, el conjunto de las tierras meridionales es demasiado amplio y variado para englobarlas a todas en una unidad. En realidad hay no dos, sino tres Andalucías: la Sierra Morena, el Valle y la Penibética [...]
Estas tres grandes unidades ambientales van a ser el resultado de la conjunción de los distintos factores físicos, donde el relieve juega un papel fundamental.
Límites
Andalucía tiene una extensión de 87 268 km², que equivale al 17,3 % del territorio español, por lo que es comparable con muchos de los países europeos, tanto por su superficie como por su complejidad interna. Hacia el este y al oeste limita con el mar Mediterráneo y con el océano Atlántico y Portugal respectivamente, mientras que al norte lo hace con la Sierra Morena, que la separa de la Meseta y al sur con el estrecho de Gibraltar, que la separa del continente africano.
Andalucía se localiza en una latitud entre los 36° y los 38°44′ N, en la zona templado-cálida de la Tierra, dando a su clima características muy definitorias como la bonanza de sus temperaturas y la sequedad de sus veranos. Sin embargo, en el amplio marco definido por sus límites existen unos grandes contrastes internos. De esta forma, se pasa de las extensas llanuras litorales del río Guadalquivir —a nivel del mar— a las zonas más altas de la península en Sierra Nevada. Contrasta la sequedad del desierto de Tabernas con el parque natural de la Sierra de Grazalema, la más lluviosa de España.[20] Más significativo, si cabe, es el tránsito de las cumbres nevadas del Mulhacén a la costa subtropical granadina, a escasos 50 km.[21]
Clima
Andalucía se encuadra en su totalidad dentro del dominio climático mediterráneo, caracterizado por el predominio de las altas presiones estivales —anticiclón de las Azores—, que traen como consecuencia la típica sequía estival, rota en ocasiones con precipitaciones torrenciales y temperaturas tórridas. En invierno, los anticiclones tropicales se desplazan hacia el sur y permiten que el frente polar penetre en el territorio andaluz. La inestabilidad se acrecienta y las precipitaciones se concentran en los períodos de otoño, invierno y primavera. Las temperaturas son muy suaves.[22]
No obstante, existe una gran diversidad de tipos climáticos en las diferentes zonas de Andalucía,[23] originando una gran riqueza y contrastes paisajísticos que son acrecentados por la disposición de los orógenos y su situación entre dos masas de agua de características muy diferentes.
Las precipitaciones disminuyen de oeste a este, siendo el punto más lluvioso la sierra de Grazalema (con el máximo histórico anual de precipitaciones registrado en toda la península ibérica y España, en el año 1963: 4346 mm)[24] y el menos lluvioso de Europa continental (cabo de Gata, 117 mm anuales). La «Andalucía húmeda» coincide con los puntos más altos de la comunidad, sobresaliendo especialmente el área de la serranía de Ronda y la sierra de Grazalema. El valle de Guadalquivir presenta pluviometría media. En la provincia de Almería se encuentra el desierto de Tabernas, el único desierto de Europa. Los días de lluvia al año son alrededor de 75, descendiendo hasta 50 en las zonas más áridas. Así, en gran parte de Andalucía se superan los 300 días de sol al año, siendo Málaga y Almería las ciudades españolas con más horas de luz, 8,54 de media al día, según los datos de INE (Instituto nacional de Estadística), que en 2017, acumuló 3820 horas de sol en ambas.
La temperatura media anual de Andalucía es superior a 16 °C, con valores urbanos que oscilan entre los 18,5 °C de Málaga y los 15,1 °C en Baeza.[25] En gran parte del valle del Guadalquivir y de la costa mediterránea, la media se sitúa en torno a 18 °C. El mes más frío es enero (6,4 °C de media en Granada) y los más calurosos julio o agosto (28,5 °C de media), siendo Córdoba la capital más calurosa seguida de Sevilla.
En el valle del Guadalquivir se registran las temperaturas más altas de España, de la península y de Europa, con un máximo histórico de 46,9 °C en Córdoba y 46,8 °C en El Granado (Huelva). según la AEMET.[26] Montoro registró la temperatura máxima de 47,3 °C el 13 de julio de 2017.[27] [28] Aunque hay datos de anteriores récords, son muy dudosos por haberse medido con instrumentos inadecuados. Las sierras de Granada y Jaén son las que registran las temperaturas más bajas de todo el sur de la península ibérica. En la ola de frío de enero de 2005 se alcanzaron –21 °C en Santiago de la Espada (Jaén) y –18 °C en Pradollano (Granada). Sierra Nevada tiene la temperatura media anual más baja del sur peninsular (3,9 °C en Pradollano) y sus cumbres permanecen nevadas la mayor parte del año.
Relieve
El relieve es uno de los principales factores que configura el medio natural. Las alineaciones montañosas y su disposición tienen especial incidencia en la configuración del clima, la red fluvial, los suelos y su erosión, los pisos bioclimáticos e incluso va a tener influencia en la forma de aprovechamiento de los recursos naturales.[29]
El relieve andaluz se caracteriza por el fuerte contraste altitudinal y en la pendiente. Entre sus fronteras se dan las mayores cotas de la península ibérica y casi un 15 % del territorio por encima de 1000 m; frente a las zonas deprimidas, con menos de 100 m s. n. m. de altitud en la gran Depresión Bética. En las pendientes, se produce el mismo fenómeno.
En cuanto a las costas andaluzas, el litoral atlántico se caracteriza por un predominio abrumador de playas y costas bajas; por su parte el litoral mediterráneo tiene una presencia muy importante de acantilados sobre todo en la Axarquía malagueña, Granada y Almería.[30]
El carácter disimétrico es tal que va a configurar una división natural entre la Alta y la Baja Andalucía siguiendo las principales unidades del relieve:[31]
- Sierra Morena, (con el pico Bañuela de 1323 m) al mismo tiempo que marca una ruptura entre Andalucía y la Meseta, presenta una gran separación —acrecentada por su despoblamiento— entre la Sierra y la Campiña de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén. Sin embargo, su elevación es escasa y solo Sierra Madrona logra superar los 1300 m s. n. m. en su punto más alto la Bañuela (fuera de Andalucía). Dentro de este sistema montañoso cabe destacar el desfiladero de Despeñaperros, que constituye la frontera natural con Castilla.
- Las Cordilleras Béticas (Penibética y Subbética) se desarrollan paralelas al Mediterráneo y no están alineadas, dejando entre ellas el Surco Intrabético. El Subbético es muy discontinuo, por lo que presenta numerosos pasillos que facilitan la comunicación. Por el contrario, el Penibético ejerce de barrera aisladora entre el litoral mediterráneo y el interior.[32] Las mayores alturas de Andalucía se encuentran en Sierra Nevada, en la provincia de Granada; allí se sitúan las cotas más elevadas de la península ibérica: el pico Mulhacén (3478 m) y el Veleta (3392 m).
- La Depresión Bética se encuentra entre ambos sistemas. Es un territorio llano casi en su totalidad, abierto hacia el golfo de Cádiz por el suroeste. A lo largo de la historia, este ha sido el principal eje de población de Andalucía.
Hidrografía
Por Andalucía discurren ríos de la vertiente atlántica y de la mediterránea. A la vertiente atlántica pertenecen los ríos Guadiana, Piedras, Odiel, Tinto, Guadalquivir, Guadalete y Barbate; mientras que a la vertiente mediterránea corresponden el Guadiaro, Guadalhorce, Guadalmedina, Guadalfeo, Andarax (o río Almería) y Almanzora. Entre ellos, el Guadalquivir destaca por ser el río más largo de Andalucía y el quinto de la península ibérica (657 km).[33]
Los ríos de la cuenca atlántica se caracterizan por ser extensos, discurrir en su mayor parte por terrenos llanos y regar extensos valles. Este carácter determina los estuarios y las marismas que se forman en sus desembocaduras, como las marismas de Doñana formadas por el río Guadalquivir y las marismas del Odiel. Los ríos de la cuenca mediterránea son más cortos, más estacionales y con más pendiente media, lo que provoca unos estuarios menos extensos y valles menos propensos a la agricultura. El efecto de sotavento que provocan los Sistemas Béticos hace que sus aportes sean reducidos.[31]
Los ríos andaluces se enmarcan en cinco cuencas hidrográficas distintas: la cuenca del Guadalquivir, la Cuenca atlántica andaluza, que incluye las subcuencas de Guadalete-Barbate y Tinto-Odiel y la cuenca del Guadiana, que conformarían la vertiente atlántica. En la cuenca mediterránea andaluza quedan los ríos que desembocan en el Mediterráneo. Además en Andalucía se extiende una pequeña parte de la cuenca del río Segura.[34]
Suelo
La pedogénesis es un proceso sintético en el que intervienen el resto de factores naturales, tanto bióticos como abióticos. Por lo tanto no es de extrañar que atendiendo al tipo de suelo predominante Andalucía se pueda dividir en tres grandes unidades de paisaje.[35]
En Sierra Morena, debido a su morfología y a sus suelos ácidos, se desarrollan suelos principalmente poco profundos y pobres con vocación forestal. En los valles y en zonas calizas se llegan a dar suelos más profundos donde existe una pobre agricultura cerealista asociada normalmente a la cabaña ganadera. Algo similar ocurre en los Sistemas Béticos. Su complejidad morfoestructural hace que sea la zona con un suelo y paisaje más heterogéneo de Andalucía. A muy grandes rasgos, cabe señalar -como diferencia con el otro gran espacio montano de Andalucía- la existencia de un predominio de materiales básicos en el Subbético, que unido a la morfología alomada, generan unos suelos más profundos con una mayor capacidad agronómica, principalmente utilizados en el cultivo del olivar.[36] Por último, hay que destacar la Depresión Bética y el Surco Intrabético, como principales espacios para el desarrollo de suelos profundos, ricos y con gran capacidad agronómica. Hay que diferenciar los suelos de aluvión con una textura franca y especialmente aptos para los cultivos intensivos en regadío, donde destacan los del valle del Guadalquivir y la Vega de Granada.[37]
Por su parte, en las zonas onduladas de la campiña, existe una doble dinámica: en las vaguadas —rellenadas de materiales calizos más antiguos— donde se han desarrollado unos suelos arcillosos muy profundos, denominados suelos de bujeo o tierras negras andaluzas donde son típicos los cultivos herbáceos en secano. En las zonas alomadas se ha desarrollado otro suelo muy típico —la albariza— con condiciones muy favorables para el cultivo de la vid.[38]
Los suelos arenosos poco consolidados —principalmente del litoral onubense y almeriense—, a pesar de su marginalidad, en las últimas décadas han tomado una gran relevancia gracias al cultivo forzado bajo plástico de hortalizas y bayas —fresones, frambuesas, arándanos, entre otros—.
Flora
Andalucía, biogeográficamente hablando, forma parte del Reino Holártico, concretamente de la Región mediterránea, subregión Mediterránea Occidental y está formada por cinco sectores fitogeográficos: el sector Mariánico-Monchiquense, el sector Gaditano-Aljíbico y Onubense, los sectores Béticos, el sector Almeriense y el sector Manchego. Estos sectores pertenecen a otras tantas provincias o subprovincias corológicas ibéricas.
A rasgos generales, la vegetación típica de Andalucía es el bosque mediterráneo, caracterizado por vegetación de hoja perenne y xerófila, adaptada a lo largo del período estival de sequía. La especie climácica y dominante es la encina, si bien, son abundantes los alcornoques, los pinos, los pinsapos, entre otros y por supuesto el olivo y el almendro como especies cultivadas. El sotobosque dominante está compuesto por especies leñosas de tipo espinoso y aromático: especies como el romero, el tomillo y la jara son muy típicas de Andalucía. En las zonas más húmedas y de suelos ácidos, las especies más abundantes son el roble y el alcornoque, y como especie cultivada destaca el eucalipto. En este contexto se encuentra la mayor biodiversidad micológica de Europa.[39] También son abundantes los bosques en galería de especies frondosas: álamos y olmos, e incluso el chopo como especie cultivada en la vega granadina.[40]
Fauna
La biodiversidad existente en Andalucía se hace extensible a la fauna. De esta forma, más de 400 especies de vertebrados de las 630 existentes en España habitan en esta comunidad autónoma. Su estratégica posición entre la cuenca mediterránea, el océano Atlántico y el estrecho de Gibraltar, hace que Andalucía sea uno de los pasos naturales de miles de aves migratorias que viajan entre Europa y África.[41] Los humedales andaluces, albergan una avifauna muy rica, por la combinación de especies de origen africano, como la focha cornuda, el calamón o el flamenco, con las aves provenientes del norte de Europa, como los ánsares. Entre las rapaces destacan el águila imperial, el buitre leonado y el milano.
En cuanto a los herbívoros, se dan los ciervos, gamos, corzos, muflones y la cabra montés, esta última en retroceso frente al arruí, especie invasora introducida desde África con fines cinegéticos en la década de 1970. Entre los pequeños herbívoros destacan la liebre y el conejo, que constituyen la base de la alimentación de la mayor parte de especies carnívoras del bosque mediterráneo.
Los grandes carnívoros como el lobo ibérico y el lince ibérico están muy amenazados y se limitan a Doñana, Sierra Morena y Despeñaperros. El jabalí, en cambio, se conserva bien por su importancia cinegética. Más abundantes y en distinta situación de conservación, se hallan los carnívoros de menor tamaño, como la nutria, son más abundantes el zorro, el tejón, el turón, la comadreja, el gato montés, la jineta y el meloncillo.[42]
Otras especies reseñables son el lagarto ocelado, la víbora hocicuda y el Aphanius baeticus o salinete andaluz, esta última muy amenazada.
Especies invasoras
Según el Catálogo de Especies incluidas en el Programa Andaluz para el Control de Especies Exóticas Invasoras,[43] en Andalucía existe un gran número de especies tanto animales como vegetales que han sido introducidas en el ecosistema andaluz. Entre ellas, son las especies invasoras las más peligrosas para la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas andaluces.
Las especies invasoras que consiguen adaptarse al nuevo medio, se hacen fuertes en él e incluso llegan a diezmar la población de las especies autóctonas. Estas especies exóticas pueden llegar al nuevo medio de diversas maneras: abandono de mascotas en el nuevo ecosistema, destrucción realizada por el hombre de su anterior ecosistema, implantación realizada por el hombre en el nuevo ecosistema para paliar un problema... Los motivos son diversos, pero las soluciones son similares en todos los casos ya que lo que se intenta es ir disminuyendo progresivamente la población de la especie invasora.
En Andalucía, las especies invasoras son tanto animales como vegetales, por ejemplo:
- Uña de gato: se distribuye en las costas de Andalucía occidental (Huelva y Cádiz sobre todo). Fue introducida para uso decorativo y para fijación de dunas y taludes en el litoral. Provoca el desplazamiento de especies de dunas costeras, la disminución de la luz incidente en el suelo y de la germinación de autóctonas y es competencia de las especies nativas en la polinización.
- Eucalyptus: está diseminado por todo el territorio andaluz ya que fue introducido con fines forestales y de fijación de suelos. Sobre todo provoca la reducción de la cubierta vegetal y el desplazamiento de las plantas autóctonas, sobreexplotación de acuíferos.
- Chumbera: extendida por todo la comunidad, sobre todo en el litoral. Se introdujo con uso ornamental y formación de setos. Como uso secundario se le ha dado también el de planta forrajera para ganado y productora de frutos para consumo humano. Es una planta que invade ecosistemas costeros de interés (sistemas dunares, bosques y matorrales costeros) en los que compite con especies de flora autóctona.
- Cangrejo de río americano: se distribuye por todo el territorio andaluz. Fueron los pescadores los que lo introdujeron en sueltas voluntarias para la pesca. Tiene muchos efectos negativos sobre la flora y fauna autóctona a través de la depredación. Llega incluso a competir con especies autóctonas de otros cangrejos por su mayor tamaño, por su tasa reproductora y por su resistencia a plagas. Su principal impacto es ser vector del hongo Aphanomices astaci, que produce afanomicosis y que es mortal para el cangrejo autóctono (Austropotamobius pallipes). Además excavan galerías que aumentan la erosión de las riberas de los ríos.
- Carpa común: está presente en ríos de toda Andalucía. Es muy abundante en los embalses y en los tramos medios y bajos de los ríos con más caudal. Se introdujo voluntariamente por parte de pescadores para la pesca deportiva. La carpa común es causante de graves desequilibrios ecológicos. Se la relaciona con un aumento de la turbidez de la lámina de agua debido a sus movimientos y a sus excrementos. El aumento de turbidez es el responsable de una menor penetración de la luz solar y en consecuencia, de la desaparición de macrófitos sumergidos, afectando de forma indirecta a invertebrados y aves acuáticas.
- Galápago de Florida: fue introducida en España en los años 1980. En Andalucía se encuentra distribuida por diferentes humedales costeros, aunque también se pueden encontrar en lagos y estanques como los de los parques periurbanos. Su introducción fue debida a la suelta voluntaria o involuntaria de animales criados como mascota. Es un depredador voraz de invertebrados, peces y anfibios así como vegetación acuática flotante y sésil. Compite con otras especies de Galápagos a los que desplaza como el caso del galápago europeo. Se ha adaptado muy bien al medio ya que es capaz de vivir en unas condiciones naturales que las otras especies de Galápagos no toleran (mayor contaminación y presencia humana).
- Cotorra de Kramer: llegó a España a mediados de los años 1980 y se ha extendido por parques y jardines de Almería, Granada, Málaga y Sevilla. Como otros pájaros exóticos, su introducción en el ecosistema andaluz se produjo por la suelta involuntaria de animales criados como mascota. Es una gran competencia por nidos con murciélagos y pájaros carpinteros (Picidae). Es competencia en la cadena trófica con el mirlo común, la curruca capirotada y con otros granívoros y frugívoros.
- Micropterus salmoides: comúnmente conocido como black bass.
Espacios naturales
Andalucía dispone de un gran número de espacios naturales y ecosistemas de gran singularidad y valor ambiental. Su importancia y la necesidad de hacer compatible la conservación de sus valores y su aprovechamiento económico, han fomentado la protección y ordenación de los paisajes y ecosistemas más representativos del territorio andaluz.[44][45]
Las distintas figuras de protección se engloban dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA) que integra los espacios naturales localizados en el territorio andaluz protegidos por alguna normativa en el ámbito autonómico, nacional, comunitario o convenios internacionales. La RENPA está formada por 150 espacios protegidos divididos en 3 Parques nacionales, 23 Parques naturales, 21 Parques Periurbanos, 32 Parajes Naturales, 2 Paisajes Protegidos, 37 Monumentos Naturales, 28 Reservas Naturales y 4 Reservas Naturales Concertadas, todos ellos recogidos en la Red Natura 2000 de ámbito europeo. En el ámbito internacional hay que resaltar las 9 Reservas de la Biosfera, 20 Sitios Ramsar, 4 Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo -ZEPIM- y 2 Geoparques.[46]
En total, prácticamente el 20 % del territorio andaluz se encuentra bajo protección de alguna normativa en los distintos ámbitos, lo que supone aproximadamente el 30 % del territorio protegido en España.[46] Entre los muchos espacios destacan el parque natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, el mayor parque natural de España y el segundo de Europa, el parque nacional de Sierra Nevada, Doñana y las áreas subdesérticas del Desierto de Tabernas y del parque natural del Cabo de Gata-Níjar.
La idea de unificar las provincias del sur de España bajo una misma región administrativa nace en la segunda mitad del siglo XIX, ganando el movimiento andalucista más relevancia durante el reinado de Alfonso XIII y la segunda República Española, y teniendo a Blas Infante como el máximo exponente de dicho movimiento. Durante la etapa de la segunda República se llevó a cabo un intento de constituir Andalucía como una región autónoma. Para ello, se llevó a cabo la Asamblea de Córdoba de 1933 en la que delegaciones de las ocho provincias involucradas (Provincia de Huelva, Provincia de Sevilla, Provincia de Cádiz, Provincia de Córdoba, Provincia de Jaén, Provincia de Málaga, Provincia de Granada y Provincia de Almería) se reunieron para debatir la elaboración de un estatuto de autonomía. La asamblea finalizó con la retirada de las delegaciones de Huelva, Jaén, Granada y Almería, y la abstención de la delegación de Málaga.[47]. El fracaso de la asamblea de Córdoba, unido al estallido de la Guerra civil española y la posterior victoria del bando nacional, llevó a que la idea de constituir Andalucía como una región autónoma quedase temporalmente apartada. No sería hasta el año 1981 cuando tras el referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía de 1980, Andalucía obtendría la autonomía. No obstante, también es relevante exponer brevemente la historia anterior del territorio actualmente integrado en dicha nacionalidad histórica.
La posición geoestratégica de Andalucía en el extremo meridional de Europa, entre esta y África, entre el Atlántico y el Mediterráneo, así como sus riquezas minerales y agrícolas y su gran extensión superficial de 87 597 km² (mayor que muchos de los países europeos), forman una conjunción de factores que hicieron de Andalucía un foco de atracción de otras civilizaciones ya desde el inicio de la Edad de los Metales.[48]
De hecho, su situación geográfica como nexo entre África y Europa, hace que algunas teorías apunten a que los primeros homínidos europeos, previo paso del Estrecho de Gibraltar, se ubicaron en el territorio andaluz. Las primeras culturas desarrolladas en Andalucía (Los Millares, El Argar y Tartessos), tuvieron un claro matiz orientalizante, debido a que pueblos del Mediterráneo oriental se asentaron en las costas andaluzas en busca de minerales y dejaron su influjo civilizador. El proceso de paso de la prehistoria a la historia, conocido como protohistoria, estuvo ligado a la influencia de estos pueblos, principalmente griegos y fenicios, amplio momento histórico en el que se fundó Cádiz, la ciudad más antigua de Europa occidental, seguida en antigüedad por otra ciudad andaluza: Málaga.[49]
Andalucía quedó incorporada plenamente al Imperio romano con su conquista y romanización, creándose la provincia de la Bética, subdivisión de una primitiva provincia que data de conquista romana llamada Hispania Ulterior. Dada su condición de provincia senatorial debido a su altísimo grado de romanización, fue la única provincia de Hispania en ostentar esta condición, tuvo gran importancia económica y política en el Imperio, al que aportó numerosos magistrados y senadores, además de las figuras sobresalientes de los emperadores Trajano y Adriano.
Las invasiones germánicas de vándalos y posteriormente de visigodos no hicieron desaparecer el papel cultural y político de la Bética y durante los siglos V y VI los terratenientes béticorromanos mantuvieron prácticamente una independencia con respecto a Toledo. En este período destacaron figuras como san Isidoro de Sevilla o san Hermenegildo.
En el 711 tras la Batalla de Guadalete se produce la conquista musulmana de la península ibérica. El territorio andaluz fue el principal centro político de los distintos estados musulmanes de al-Ándalus, siendo Córdoba la capital y uno de los principales centros culturales y económicos del mundo por aquel entonces. Este período de florecimiento culminó con el Califato Omeya de Córdoba, donde destacaron figuras como Abderramán III o Alhakén II. Ya en el siglo XI se produjo un período de grave crisis que fue aprovechado por los reinos cristianos del norte peninsular para avanzar en sus conquistas y por los distintos imperios norteafricanos que se fueron sucediendo —almorávides y almohades— que ejercieron su influencia en al-Ándalus y también establecieron sus centros de poder en la península en Granada y Sevilla, respectivamente. Entre estos periodos de centralización de poder, su produjo la fragmentación política del territorio peninsular, que quedó dividido en primeros, segundos y terceros reinos de taifas. Entre estos últimos, el Reino nazarí de Granada tuvo un papel histórico y emblemático fundamental.
La Corona de Castilla fue conquistando paulatinamente los territorios del sur peninsular. Fernando III personalizó la conquista de todo el valle del Guadalquivir en el siglo XIII. El territorio andaluz quedó dividido en una parte cristiana y otra musulmana hasta que en 1492 la conquista de la península ibérica finalizó con la toma de Granada y la desaparición del reino homónimo.
Fue en el siglo XVI cuando Andalucía explotó más su posición geográfica, ya que centralizó el comercio con el Nuevo Mundo, a través de la Casa de Contratación de Indias con sede primero en Sevilla, que llegó a ser la ciudad más poblada del Imperio español y dos siglos más tarde en Cádiz hasta su desaparición en ese mismo siglo. Tras la llegada de Cristóbal Colón a América, Andalucía tuvo un papel fundamental en su descubrimiento y colonización. Sin embargo no existió un verdadero desarrollo económico de Andalucía debido a las numerosas empresas de la Corona en Europa. El desgaste social y económico se generalizó en el siglo XVII y culminó con la conjuración de la nobleza andaluza contra el gobierno del conde-duque de Olivares en 1641.
A mediados del siglo XVI algunos habitantes de Andalucía y Extremadura emigraron hacia Nueva España, influidos por Carlos I y, más tarde, por su hijo Felipe II, estableciéndose en los territorios de los actuales estados de Veracruz, Hidalgo y Estado de México, y en la región de El Bajío, contribuyendo así a la naciente cultura española en Nueva España (México).
Las reformas borbónicas del siglo XVIII no remediaron que España en general y Andalucía en particular fueran perdiendo peso político y económico en el contexto europeo y mundial. Asimismo, la pérdida de las colonias españolas de Ultramar irá sacando a Andalucía de los circuitos económicos mercantiles.
Esta situación mejoró durante el siglo siguiente, ya que la industria andaluza adquirió un importante peso en la economía española durante el siglo XIX. En 1856, Andalucía era la segunda región española en cuanto a grado de industrialización. Un siglo más tarde estaba ya prácticamente a la cola, con un índice de industrialización inferior al 50 por 100 del nivel medio español. Mientras que, entre 1856 y 1900, Andalucía tenía un índice de industrialización superior a la media nacional en las ramas de alimentación, metalurgia, química y cerámica, a partir de 1915 esta supremacía se redujo a las ramas de alimentación y química.[50]
Tras ese siglo expansivo, durante la gran parte del siglo XX y comienzos del XXI, Andalucía, y a pesar de que se constituye en comunidad autónoma en 1981, no consigue igualar sus índices de desarrollo al resto del España, siendo la región con mayor paro de toda la UE y menor renta per cápita del país.[51][52]