Anexo:Documentos antiguos del Tesoro Nacional de Japón
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El término «Tesoro Nacional» ha sido usado en Japón para enmarcar los bienes culturales desde 1897.[1][2] Tanto la definición como el criterio han cambiado desde la introducción del término. Estos antiguos documentos se encuentran adheridos a la definición actual y han sido designados como Tesoros Nacionales desde que la Ley para la Protección de Propiedades Culturales entró en efecto el 9 de junio de 1951. Dichos documentos se han seleccionado por la Agencia de Asuntos Culturales, un cuerpo especial del Ministerio para la Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología basado en «su alto valor artístico o histórico».[3][4] Antiguos documentos es una de las treinta categorías de los Tesoros Nacionales reconocidos por la agencia. Esta lista presenta sesenta documentos o conjunto de documentos desde las etapas clásicas hasta las más recientes del Japón moderno, desde el período Asuka al período Meiji. El número actual de objeto son más de sesenta porque grupos de objetos relacionados han sido combinados en una única entrada. La lista contiene documentos de varios tipos como cartas, diarios, registros o catálogos, certificados, decretos imperiales, testamentos y mapas. Los registros documentos a principios del gobiernos japonés y budista incluyen los primeros contactos con China, la organización del estado y la vida en la corte imperial japonesa. Se encuentran conservados en catorce ciudades japonesas en templos (35), museos (13), bibliotecas o archivos (5), santuario (3), universidades (2) y en colecciones privadas (2). La mayoría de las entradas (28) en esta lista están localizadas en Kioto. Los documentos en esta lista están hechos con escritura de pincel sobre papel y, en muchos casos, presentan ejemplos importantes de caligrafía.[4]
La escritura se introdujo en Japón desde China por medio de artefactos inscritos a comienzos de la era cristiana. Ejemplo de ello son algunos de los designados Tesoros Nacionales arqueológicos, incluyendo monedas del reino de Wang Mang (8-25 d. C.), un sello de oro del siglo I desde Shikanoshima, una espada de hierro del siglo II del túmulo Tōdaijiyama, la espada Shichishitō con inscripciones de 369 y un amplio número de espejos de bronce—los más viejos que datan del siglo III.[5][6][7] Todos estos artefactos son originarios del continente, y de forma más específica de la propia China. Sin embargo, las inscripciones escritas en ellos pueden no ser reconocidas como escrituras sino confundidas como estelas decorativas de los japoneses.[5] Cuando los japoneses comenzaron a manufacturar espejos chinos, continuaron creyendo que las inscripciones escritas eran meramente decorativas.[8][9]
El concepto de escritura llegó a Japón proveniente del Reino Coreano de Baekje por medio de los clásicos textos chinos escritos en papel y en la forma de manuscritos (kansubon).[5][10] Esto probablemente ocurrió a comienzos del siglo V (alrededor de 400), y duró hasta el siglo VI.[10][11] De acuerdo a los escritos del erudito Wani el sistema de escritura china se introdujo tan bien como el Confucianismo en Japón.[10] Los textos más viejos de Japón, los cuales muestran una clara comprensión sobre el concepto de escritura, datan del siglo V y son—como la mayoría de los textos anteriores al 700—inscripciones en piedra o metal.[12] Ejemplo de ello se incluyen tres Tesoros Nacionales arqueológicos: el espejo del Santuario Suda Hachiman que data del siglo V, el cual es una pobre copia del original chino, la Espada Inariyama de 471 o 531 y la espada del túmulo de Eta Funayama que data del siglo V.[13][14] La abrupta transición de una falta de familiaridad con la escritura a la lectura y escritura de complejos trabajos en una lengua extranjera requirieron que los primeros textos japoneses fueran compuestos y leídos por gente del continente como Wani.[10] La Espada Inariyama Sword es también el más viejo ejemplo del uso del man'yōgana, un sistema de escritura que utiliza los caracteres chinos para representar el lenguaje japonés.[15] Poco después de la introducción de la escritura, los escribas fueron dirigidos hacia las provincias para «registrar eventos y reportar condiciones».[16][17]
Mientras la escritura en Japón estuvo limitada durante los siglos V y VI, el número de documentos locales se incrementaron hacia el siglo VII; aunque la mayoría de ellos se han perdido.[11][18] Para finales del siglo VII incrementó la dependencia cultural en China a causa de la lectura y la escritura, de forma particular en el gobierno y la religión, llegando a ser parte de la vida japonesa.[18] Hubo dos factores que permitieron este desarrollo: comenzando con las Reformas Taika (645–649) y continuando con el código Asuka Kiyomihara (689) y los censos de 670 y 690, esto junto a la formación de una estado chino centralizado, requiriendo la necesidad de un amplio número de oficiales que fueran literatos y educados en, entre otros, textos confucianos en el Daigakuryo ("University") fundado bajo el Emperador Tenchi.[18] El segundo factor fue el incremento de popularidad del budismo, el cual había sido introducido en Japón a mediados del siglo VI y siendo fuertemente promovido por el Príncipe Shōtoku (574–622).[18] El Sangyō Gisho ("Comentarios sobre los tres Sutras"), atribuido tradicionalmente al Príncipe Shōtoku, es el texto en japonés más antiguo existente de cualquier longitud.[19] El budismo requirió el estudio se sutras escritos en chino y el estado optó por la fundación de una oficina de copiado (shakyōjo) en 727.[nb 1][18] Los libros japoneses más antiguos son dos crónicas, Kojiki y Nihon Shoki, que datan de principios del siglo VIII. Mientras la ortografía fonogramática tuvo un auge durante el siglo VIII, no fue utilizada para la prosa larga. El kana moderno, así.como el hiragana y katakana se desarrollaron durante el período Heian.[20]