Segunda guerra civil libia
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La segunda guerra civil libia se enmarcó entre 2014 y 2020 dentro de la violencia ocurrida en Libia entre los grupos armados que derrocaron a Muamar el Gadafi en la guerra de Libia de 2011 y que desde entonces se enfrentaron por el control del país.
Segunda Guerra civil libia (2014-2020) | |||||
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Parte de la Crisis libia, el Invierno Árabe y la Guerra contra Estado Islámico | |||||
Controlado por la Cámara de Representantes de Libia y Ejército Nacional de Libia Controlado por el Gobierno de Acuerdo Nacional Controlado por fuerzas locales | |||||
Fecha |
16 de mayo de 2014-23 de octubre de 2020 (6 años, 5 meses y 7 días) | ||||
Lugar | Libia Libia | ||||
Casus belli |
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Resultado |
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Consecuencias |
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Beligerantes | |||||
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Figuras políticas | |||||
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Comandantes | |||||
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Bajas | |||||
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Las hostilidades comenzaron cuando el general Jalifa Haftar ordenó la disolución del Congreso General de Trípoli, dominado por los Hermanos Musulmanes, tras haber prolongado unilateralmente su mandato. Al mismo tiempo lanzaba con el apoyo de gran parte del Ejército Nacional Libio (LNA) la llamada Operación Dignidad contra grupos islamistas y yihadistas en Bengasi, algunos de los cuales también eran leales al Congreso. Este intento de deponer al gobierno se explicó como una acción patriótica del orden castrense, pero bien podría atender a razones tribales y clientelistas: la mayor parte de los oficiales provenían del Este de Libia —región reticente al control de la capital sobre sus asuntos internos, entre ellos la exportación de petróleo—. Paralelamente, grupos armados de la ciudad occidental de Zintan expresaron su apoyo a Haftar y amenazaron al Congreso con forzar su disolución. Como respuesta se formó la coalición Amanecer Libio, con el objetivo de expulsar a las fuerzas zintaníes de sus posiciones en Trípoli. Dicha alianza se componía de milicias islamistas opuestas ideológicamente a la Operación Dignidad, de brigadas de Misurata (enfrentadas regionalmente con Zintan) y de otros grupos que meramente trataban de expandir su control efectivo sobre la capital. En medio de los combates se celebraron unas elecciones para el nuevo parlamento libio (junio de 2014), la Cámara de Representantes de Libia, cuyos miembros electos se posicionaron a favor de la Operación Dignidad y las brigadas de Zintan, instalándose así bajo la protección del LNA en la ciudad oriental de Tobruk. Sin embargo, los diputados del Congreso General (elegido en 2012), se negaron a ceder sus cargos y se autoproclamaron como los legisladores legítimos, al tiempo que se aliaron con las milicias de Trípoli y, en menor medida, de Bengasi. Misurata y otras ciudades también decidieron apoyar al Congreso como garantía de la primacía del Oeste de Libia frente a la Cámara en Tobruk.
El conflicto alcanzó dimensiones internacionales dentro del mundo árabe cuando Egipto y los Emiratos Árabes Unidos bombardearon las posiciones del Amanecer Libio en Trípoli y de los milicianos en Bengasi, mientras que Catar y Turquía eligieron financiar a dichos grupos y entregarles suministros militares. Por otro lado, beneficiándose del vacío de poder, cientos de yihadistas del Estado Islámico se trasladaron a la nación africana desde Siria e Irak y se hicieron temporalmente con el control de varias ciudades del país, entre ellas Derna y Sirte, si bien fueron derrotados con el apoyo de la comunidad internacional. Ante la gravedad que había alcanzado la situación, Naciones Unidas diseñó un plan de paz (Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia; UNSMIL por sus siglas en inglés) en virtud del cual se elegiría consensuadamente por delegados de ambos bandos un Ejecutivo de transición (GNA). La Cámara de Representantes permanecería como la Cámara Baja del país, al tiempo que el Congreso General se convertiría en una Cámara Alta, el Consejo de Estado Superior. El proyecto fue satisfactoriamente aprobado por todos los delegados del plan de paz a título personal y por la Cámara de Representantes, si bien fue rechazado por el Congreso General. Sin embargo, la lista concreta de ministros presentada por los delegados, con Fayez al-Sarraj como jefe del Ejecutivo de transición, no fue tampoco aprobada por la Cámara. A pesar de ello, la nueva administración pasó a ser considerada por Naciones Unidas como el representante legítimo de Libia.
Tras un breve periodo de exilio en Túnez, el gabinete de al-Sarraj desembarcó en Trípoli en marzo de 2016 con el respaldo del Ejército Libio (desvinculado del LNA) y todos aquellos grupos del Amanecer Libio que no eran islamistas, incluyendo varias de las brigadas de Misurata. El Congreso General quedó así disuelto, si bien numerosas milicias contrarias al plan de paz seguirían actuando en el Oeste de Libia bajo la dirección, meramente formal, del político islamista Jalifa al-Ghawil. Aprovechándose de la debilidad del nuevo Gobierno de Trípoli, y en el contexto del nuevo panorama político internacional que se dibujó desde 2017 con el aislacionismo de la Administración Trump y la crisis diplomática de Catar, los militares leales a Haftar tomaron los puertos petrolíferos de Ras Lanuf y Sidra y la mayor parte de la región sureña de Fezán, así como la totalidad de Derna y Bengasi. Para ello contaron con el apoyo militar y diplomático de los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, así como de Rusia y del gobierno francés de Emmanuel Macron.
A pesar de varias cumbres internacionales en 2018, en 2019 se hizo evidente la intención de Haftar de abandonar las negociaciones de paz, lanzando una ofensiva sobre Trípoli para hacerse con el control de todo el país. En 2020, el gobierno turco de Erdoğan intervino activamente con drones para contrarrestar el apoyo militar emiratí y salvar al GNA, que logró mantener el control sobre la capital y buena parte del Oeste del país. Ante la posibilidad de que fuera ahora el LNA el bando derrotado, Rusia desplegó, en mayo de ese año, varias aeronaves en el país. En este nuevo escenario, en el cual cualquier avance implicaría confrontar directamente potencias mundiales, ambos bandos acordaron retomar las negociaciones. Egipto y Rusia maniobraron para dejar en un segundo plano a Haftar, potenciando en su lugar al político Aguilah Issa.