Historia de la cerveza en España
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La historia de la cerveza en España comienza en la prehistoria. La posterior romanización de la península ibérica la relega a un segundo plano en favor de bebidas fermentadas procedentes de la uva, como el vino. Con el devenir de los siglos posteriores se olvida su consumo en la península, y en el siglo XVII apenas hay referencias de su uso cotidiano. La facilidad para el cultivo de la vid en el clima mediterráneo, unido a la posibilidad de una mejor conservación a temperaturas del clima de la península, habían dejado como consecuencia que la producción de cerveza fuese algo anecdótico. Su segunda fase de popularidad se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se comienza a industrializar en toda Europa y a comercializar como bebida popular. A pesar de ello se introduce compitiendo de inicio con otras bebidas más arraigadas en la sociedad española de la época como el vino o los licores (generalmente aguardientes anisados, como el ojén).[1]
Anteriormente al siglo XIX existieron iniciativas cerveceras puntuales y aisladas en diferentes puntos de la geografía española, pero no será hasta mediados del siglo XX cuando las mejoras tecnológicas productivas en conjunción con otros fenómenos sociales (principalmente con la aparición del fenómeno del turismo), hacen que se convierta en una bebida popular de uso frecuente, disponible en muchos establecimientos hosteleros españoles.[2] La cerveza en España, por haber sido introducida en una época concreta, tiende a ser mayoritariamente de tipo Pilsen,[3] siendo su popularidad inicial muy escasa en los medios rurales. Es precisamente esta evolución en la demanda de cerveza la que lleva a España a ser el noveno productor del mundo (octavo de bebidas destiladas y tercero de vino).[4]