Inmigración en Argentina
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La inmigración al territorio actual de la Argentina comenzó hace varios milenios a. C., con la llegada de seres humanos de origen asiático al continente americano por Beringia, según las teorías más aceptadas, y fueron poblando lentamente el continente americano. Al momento de llegada de los conquistadores españoles, los habitantes del actual territorio argentino, sumaban aproximadamente 400 000 personas,[1] pertenecientes a numerosas civilizaciones, culturas y tribus distintas.
Sobre este sustrato, el territorio argentino ha experimentado distintas corrientes migratorias:
- La colonización hispánica entre los siglos XVI y XVIII, mayoritariamente masculina,[2] se asimiló en gran parte con los nativos en un proceso de mestizaje, aunque no todo el actual territorio fue efectivamente colonizado por los españoles. La región chaqueña argentina, la Patagonia oriental, la actual provincia de La Pampa, la zona sur de Córdoba y el centro y sur de Buenos Aires, San Luis y Mendoza, se mantuvieron bajo dominio indígena —guaycurúes y wichís en la región chaqueña; huarpes en sur del cuyana y norte neuquino; ranqueles en el este del Cuyo y norte de la región pampeana; tehuelches y mapuches en las regiones pampeana y patagónica, y Selknam y yámanas en el archipiélago de Tierra del Fuego— que fueron mapuchizándose, primero al este de la cordillera de los Andes, mixogenizando a los pehuenches. Aunque no todos los indígenas pampeanos y chaqueños resistieron a los españoles. Los Querandíes que habitaron el norte de Buenos Aires. Los tonocotés, lule en Santiago Del Estero, y huarpes en Mendoza y San Juan pasaron bajo dominio español, a mediados del siglo XVIII y continuando hacia 1830 con los aborígenes de las pampas y norte de la Patagonia, siendo conquistadas por el Estado argentino, luego de su independencia.
- La población negra, introducida de forma forzada desde el África subsahariana, llevada para trabajar como esclavos en la colonia desde finales del siglo XVI y hasta principios del XIX en gran número y principalmente de origen Bantú. Principalmente se dirigieron a Buenos Aires y Córdoba.[3] Poco después de iniciado el movimiento independentista, la Asamblea del Año XIII abolió el comercio de personas y estableció la prohibición de esclavizar a hijos de esclavas (la mal llamada "libertad de vientres"), siendo completada por la Constitución de 1853 que abolió la esclavitud.
- La inmigración mayormente europea y en menor medida del Asia occidental, incluyendo considerables corrientes árabes y judías, producida entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX (particularmente italianos[4] y españoles, en ese orden cuantitativo), fomentada por la Constitución de 1853 que prohíbe establecer limitaciones para ingresar al país a los «extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes» y ordena al Estado fomentar la inmigración «europea», aunque luego predominaron los inmigrantes mediterráneos, del este europeo y del Asia occidental. A esto se suma el precepto alberdiano de «gobernar es poblar». Estas políticas estaban destinada a generar un tejido social rural y a finalizar la ocupación de los territorios pampeanos, patagónicos y chaqueños, que hasta la década de 1880 estaban habitadas por diversas culturas indígenas.[5]
- La inmigración de países vecinos (Uruguay,[6] Chile,[7] Brasil[8] Bolivia[9] y Paraguay[10]) más o menos continua a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI. Estas corrientes inmigratorias se remontan a las primeras civilizaciones agroalfareras aparecidas en territorio argentino.[11][12]
- A partir de las décadas de 1980 y 1990, las corrientes migratorias provienen especialmente de Chile, Paraguay, Bolivia,[13] Perú, Asia (en este periodo particularmente de Corea y China), y Europa oriental.
- Durante el siglo XXI, se produce el retorno de una parte de los migrantes argentinos y sus descendientes desde Europa y Estados Unidos. Además, siguen llegando inmigrantes provenientes de Bolivia, Paraguay y Perú;[14] y ahora también hay corrientes migratorias provenientes de China,[15] Colombia,[16][17][18] Cuba,[19] Venezuela,[20][21] Senegal,[22][23] Ecuador,[17][24] República Dominicana[25] y Rusia.[26]
Al momento de organizarse constitucionalmente a mediados del siglo XIX, Argentina era un país escasamente poblado, con menor población que otros países sudamericanos como Bolivia, Chile y Perú. Mediante la política inmigratoria, Argentina pasó de tener una población de 1,1 millones de habitantes en 1850 (3,5% de América Latina), para alcanzar 11,8 millones de habitantes en 1930 (11,1% de América Latina).[27] El primer censo nacional (en 1869) arrojó un total de 1 737 000 habitantes. Hacia 1960, el país tenía ya un poco más de 20 millones, es decir que en 90 años había multiplicado su población inicial por 10, mientras que en el mismo lapso, la población mundial se multiplicó por 5.[28] Entre 1870 y 2000, el saldo migratorio del país (resultado neto de inmigración menos emigración) se estimaba en alrededor de 6,3 millones de personas.[29]
La población inmigrante supo representar una parte fundamental de la composición demográfica de Argentina, para los censos de 1869, 1895 y 1914, representaban el 12,1%, 25,4% y 29,9% de la población, respectivamente. Tras el censo de 1960, este porcentaje se iría reduciendo gradualmente hasta representar el 4,2% para el censo de 2001.[30] El censo de 2010 registró que al momento, Argentina contaba con 1.805.957 inmigrantes en su territorio, lo que significo un aumento, representando el 4,5%.[31] Según un informe de la ONU de 2017, se estima que el país alberga a cerca de 2.200.000 extranjeros, la mayor cantidad de toda América Latina, y ubica a Argentina en el puesto 28 del ranking mundial.[32][33] Para el informe de 2020 este número ascendía a 2.281.728, lo que representaba el 5,03% de la población total.[34] Según el censo de 2022, en comparación al censo de 2010, el número había aumentado a 1.933.463, pero su porcentaje, sobre el total de la población, se redujo a 4,2%.[35] A pesar de esto, un estudio del RENAPER informó la presencia de 3.094.372 inmigrantes en Argentina, para agosto de 2023.[36]
Las composiciones étnicas derivadas de la inmigración, es muy variada según las zonas y hasta localidades del país, pero a grandes rasgos:
- La región central fue y sigue siendo el lugar de mayor atracción de grandes corrientes migratorias como las provenientes de Italia, España, Francia, Alemania, Irlanda, Reino Unido, Paraguay, Bolivia, Chile, Uruguay y Perú, por citar las principales. La ciudad de Buenos Aires, en particular, registró además importantes corrientes inmigratorias de origen askenazi y armenio.
- El nordeste registró importantes corrientes provenientes de Paraguay, Brasil, España, Polonia, Ucrania, Rusia y Alemania.
- La región noroeste registró mayor atracción relativa de las corrientes migratorias procedentes de Bolivia, Perú, España y Medio Oriente (de las actuales Siria y Líbano).
- La Patagonia argentina registró corrientes inmigratorias relativamente mayores provenientes de Chile, Suiza, Alemania, Sudáfrica (bóer) y Reino Unido (principalmente de Gales).
- Las políticas de colonización llevaron también a la conformación de varias ciudades con composiciones étnicas de origen inmigratorio definido como sucede, a modo de simple ejemplo, en la provincia de Buenos Aires con Pigüé para los franceses y Carlos Casares para los judíos askenazi, y en la zona oriental de la provincia de Chubut con galeses, impactada más recientemente por la inmigración boliviana.[37]