Conflicto entre humanos y vida silvestre
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El conflicto humano-vida silvestre se refiere a las interacciones negativas entre humanos y animales salvajes, con consecuencias indeseables tanto para las personas y sus recursos, por un lado, como para la vida silvestre y sus hábitats. Un conflicto causado por la competencia por los recursos naturales entre humanos y vida silvestre, influye en la seguridad alimentaria humana y el bienestar tanto de humanos como de animales. En varias regiones, la cantidad de conflictos de este tipo se ha incrementado en las últimas décadas como resultado del crecimiento de la población humana y la transformación del uso del suelo.
Representa una seria amenaza global para el desarrollo sostenible, la seguridad alimentaria y la conservación en paisajes urbanos y rurales por igual. En general, las consecuencias de esta problemática incluyen: destrucción de cultivos, reducción de la productividad agrícola, competencia por las tierras de pastoreo y el suministro de agua, depredación del ganado, lesiones y muerte de humanos, daños a la infraestructura y mayor riesgo de transmisión de enfermedades entre la vida silvestre y el ganado.[2]
En cuanto a los bosques, una alta densidad de grandes ungulados, como los ciervos, puede causar graves daños a la vegetación y amenazar la regeneración al pisotear o ramonear árboles pequeños, frotarse contra los árboles o arrancarles la corteza. Este comportamiento puede tener implicaciones económicas importantes y puede generar una polarización entre los administradores de bosques y de vida silvestre.[3]
Anteriormente, las estrategias de mitigación de conflictos utilizaban el control letal, la translocación, la regulación del tamaño de la población y la preservación de especies en peligro de extinción. La administración reciente ahora utiliza un conjunto interdisciplinario de enfoques para resolver conflictos. Estos incluyen aplicar la investigación científica, los estudios sociológicos y las artes para reducir los conflictos. Dado que el conflicto entre humanos y vida silvestre tiene consecuencias directas e indirectas sobre las personas y los animales, su mitigación es una prioridad importante para la gestión de la biodiversidad y las áreas protegidas. Resolver conflictos entre humanos y vida silvestre y fomentar la coexistencia requiere procesos holísticos y colaborativos bien informados que tengan en cuenta los contextos sociales, culturales y económicos subyacentes.[4]
Muchos países están comenzando a incluir explícitamente el conflicto entre humanos y vida silvestre en las políticas y estrategias nacionales para el manejo de la vida silvestre, el desarrollo y el alivio de la pobreza. En Estados Unidos, la colaboración intersectorial entre la silvicultura, la vida silvestre, la agricultura, la ganadería y otros sectores relevantes es clave.[3]