Primer gobierno de Ramón Castilla
administración presidencial peruana de 1845 a 1851 / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
El primer gobierno constitucional de Ramón Castilla en el Perú empezó el 20 de abril de 1845 y terminó el 20 de abril de 1851. Con este gobierno se inició la etapa de historia republicana peruana que el historiador Jorge Basadre ha denominado como «el apogeo republicano», que se extendería hasta mediados de los años 1860. Fue también el primer gobierno republicano del Perú que culminó su periodo constitucional establecido.
Presidente Constitucional de la República Peruana | ||
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(1845–1851) | ||
Ramón Castilla y Marquesado | ||
Gobierno del Perú | ||
Presidente | Ramón Castilla | |
Período | ||
Inicio | 20 de abril de 1845 | |
Término | 20 de abril de 1851 | |
Cronología | ||
Elección | 1845 | |
Predecesor | Manuel Menéndez | |
Sucesor | José Rufino Echenique | |
Durante los seis años que duró lo que sería su primer gobierno, Castilla organizó al país y realizó muchas obras en todos los campos, con el respaldo de las rentas producidas por la riqueza guanera, cuyas entradas a partir de 1849 representó un rubro preponderante en las arcas fiscales.
En el plano económico inició el ordenamiento financiero con la puesta en práctica del régimen presupuestal, así como el pago de las deudas interna y externa. El pago de la deuda interna, conocida con el nombre de Consolidación, acarrería en el gobierno siguiente el primer caso de mega corrupción de la historia peruana. El pago de la deuda externa, contraída desde el inicio de la República principalmente con Inglaterra, la antigua Gran Colombia y Chile, se concluyó en el gobierno siguiente y ayudó a cimentar la confianza internacional en el país.
En el plano político interno, Castilla promovió la reconciliación nacional después de un largo periodo de guerras y revoluciones, y se esforzó en realizar un gobierno de unidad, convocando a sus rivales políticos para que colaboraran con su gobierno. Entre ellos figuraban el escritor Felipe Pardo y Aliaga y el general José Rufino Echenique. No hubo rebeliones ni intentonas golpistas de importancia, a excepción de la protagonizada por el general José Félix Iguaín. Al finalizar su gobierno, no intentó prorrogarse en el poder y convocó las elecciones de 1850, que fue el primer proceso electoral verdadero de la República, tras casi 30 años de iniciada esta.
En el plano internacional, se organizó el cuerpo diplomático y consular de la República, condenó todo intervencionismo de las potencias europeas en América y reunió en Lima el primer Congreso Americano de representantes diplomáticos del continente, retomando así el ideal americanista propugnado por Bolívar. Denunció la Expedición Floreana organizada desde Europa por Juan José Flores para establecer una monarquía en Sudamérica encabezada por un príncipe borbón, denuncia que contribuyó a su desmantelamiento. Con Bolivia, gobernada entonces por José Ballivián, enemigo personal de Castilla, hubo disputas de tipo económico y una amenaza de guerra en 1847, pero finalmente se firmó un tratado comercial que calmó momentáneamente los ánimos.
En defensa, se modernizó al Ejército: se adquirieron fusiles de percusión (en reemplazo de los viejos fusiles de chispa), cañones de mayor calibre y nuevas unidades navales, y se fundó la Factoría Naval de Bellavista. Como muestra del poderío naval alcanzado, el gobierno envió en 1848 al bergantín Gamarra, hacia las costas de San Francisco en California, para que protegiera a los inmigrantes peruanos atraídos por la fiebre del oro. También se inició del desarrollo de la Amazonía, territorio muy descuidado desde la época colonial.
En el plano educativo se dio el primer Reglamento de Instrucción Pública de la historia republicana del Perú, se fundaron colegios y se mejoraron los ya existentes, y empezó un auge de la enseñanza superior, representado por el Convictorio de San Carlos, el Colegio Guadalupe, el Colegio de la Independencia (antiguo Colegio de Medicina de San Fernando y luego Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos) y el Seminario de Santo Toribio.
El Perú entró entonces en una etapa de paz y progreso interno, así como de poderío y prestigio internacional, lo que se reflejó en su desarrollo material e intelectual. Fue en este periodo en que se construyó el ferrocarril de Lima al Callao, que fue el primer ferrocarril del Perú y de Sudamérica; se adoptó el primer telar mecánico y la primera fábrica de papel; se implantó el alumbrado a gas; se empezó la construcción del Mercado Central de Lima, en reemplazo de los anticuados e insalubres mercadillos de la época colonial; y por iniciativa privada, se fundaron fábricas para abastecer al mercado nacional de tejidos y de otras industrias menores, como velas, cristales y fósforos. Numerosas obras públicas se realizaron también en el interior del país y en los principales puertos.
En el plano intelectual, destacaron los debates ideológicos entre el liberal Colegio Guadalupe y el conservador Convictorio de San Carlos, que se trasladaron al Congreso, destacando muchos oradores que enriquecieron así el debate político. Destacaron los debates sobre el voto de los indígenas y la elección de los obispos.