Teatro independiente en España
movimiento juvenil teatral y artístico español. / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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El teatro independiente en España fue un movimiento juvenil iniciado al comienzo de la segunda mitad del siglo XX, casi simultáneamente en diferentes puntos de la geografía española.[1][2] Su característica profesional más definitoria fue el sistema de trabajo colectivo; y sus objetivos, muy similares en los diversos focos de origen: rebelarse contra el establishment profesional, la tradición artística al uso y la tiranía del texto literario, las coordenadas creativas trasnochadas o limitadoras y, por supuesto, contra el momento político y social de la España de los últimos años de la dictadura de Franco.[nota 1]
Como en otros muchos países occidentales, los nombres propios de la Historia del Teatro manejados inicialmente por el teatro independiente fueron: Bertolt Brecht, Ramón María del Valle-Inclán, Federico García Lorca, Meyerhold, Peter Brook, Stanislavsky, Grotowski, Antonin Artaud, el Bread and Puppet Theater o el Living Theater, y en líneas generales el teatro radical americano y los movimientos latinoamericanos. Compensados con nuevos autores nacionales, desde Francisco Nieva a Miguel Romero Esteo, pasando por Fermín Cabal, Jesús Campos, Luis Matilla, Alberto Miralles o Jordi Teixidor y un largo etcétera.
Los principales colectivos de la etapa inicial y los de mayor proyección en el fenómeno teatral de las décadas siguientes fueron: Els Joglars, en Cataluña y Los Goliardos, Tábano, el TEI (Teatro Experimental Independiente) y el Teatro Estable Castellano, en la capital española. Junto a ellos hay que anotar algunos posteriores como: Ditirambo Teatro Estudio, Esperpento, Bululú teatro, Teatro Circo, Comediants, el círculo de Salvador Távora...[3]
Asimismo, los locales que llegarían a ser míticos y providenciales para el desarrollo del teatro independiente, fueron, principalmente: la Sala Cadarso y el Pequeño Teatro del TEI, en Madrid, el marco del Festival Internacional de Teatro de Sitges, el Teatro CAPSA y el Teatre Lliure, en Barcelona, y el local sevillano que acabaría dando nombre al grupo de La Cuadra.[nota 2] El teatro independiente fue también inseparable de la revista teatral Primer Acto, dirigida por José Monleón, que fue el principal observador del fenómeno, le analizó y le dio un espacio para pensarse y entenderse a sí mismo.[4]
Distintos críticos coinciden en que el teatro independiente español languideció en el olor de multitud de la Transición (1976-1980).[5][6] Su última voluntad antes de morir fue regalar al teatro de la democracia de los ochenta, tanto comercial como subvencionado, "un caudal de jóvenes y experimentados directores, actores, escenógrafos y autores".[7]